LA GUíA DEFINITIVA PARA DONAR A PASTOR

La guía definitiva para donar a pastor

La guía definitiva para donar a pastor

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Este corazón nuestro ha nacido para cortejar. Y cuando no se le da un afecto puro y íntegro y solariego, se venga y se inunda de miseria. El verdadero inclinación de Jehová -la inocencia de vida, luego- se halla igualmente acullá de la sensualidad que de la insensibilidad, de cualquier sentimentalismo como de la desaparición o dureza de corazón (S. JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Altísimo, 183).

Debemos tener para el prójimo una separación discreta, de manera que le amemos por lo que es, y le rechacemos en cuanto sea un obstáculo en el camino que nos conduce a Altísimo (Santo GREGORIO MAGNO, Hom. 37 sobre los Evang.).

Estas dos virtudes, es asegurar, la humildad y la caridad, son tan indivisibles y tan inseparables, que quien se establece en una de ellas de la otra forzosamente se adueña, porque así como la humildad es una parte de la caridad, así la caridad es una parte de la humildad. Si nos paramos a mirar las cosas que el apóstol llamo estériles sin el perfectamente de la caridad, observamos que esas mismas son también infructuosas si desliz la verdadera humildad.

La caridad es una virtud que nos lleva a adoptar una ademán de servicio y solidaridad en nuestras relaciones con los demás.

A posteriori de que la Iglesia, por diversos privilegios pontificios concediera a los reyes de España parte de lo que le correspondía como derecho multisecularmente adquirido, el diezmo se dividía en tres partes llamadas tercios.

No dejéis de hacer el perfectamente a todas horas. Bancal tanto como decirles: no dejéis de practicar la caridad, incluso con los negligentes y que posiblemente menosprecian lo que acabo de escribiros. Así como ha corregido a los enfermos, no sea que enervados por el ocio se abandonen a la inquietud y a la vana curiosidad, así también advierte ahora a los que están sanos.

En el alma correctamente dispuesta hay siempre un vivo, firme y decidido propósito de perdonar, sufrir, ayudar y una actitud que mueve siempre a realizar actos de caridad. Si en el alma ha arraigado este deseo de amar y este ideal de flirtear desinteresadamente, tendrá con ello la prueba más convincente de que sus comuniones, confesiones, meditaciones y toda su vida de oración están en orden y son sinceras y fecundas (B. BAUR, En la intimidad con Altísimo, p. learn this here now 247).

Nuestras prioridades influyen en nuestra forma de dar. Si deseamos acumular dinero y riquezas terrenales, seremos muy tacaños y no buscaremos oportunidades para compartir los recursos que Jehová nos ha dado.

En esquema, el texto bíblico sobre el diezmo y la ofrenda nos invita a existir una vida de obediencia, obligación y desprendimiento.

Los seres humanos son criaturas inquisitivas involucradas en una constante búsqueda de significado. Esta búsqueda obsesionada de significado no es simplemente un intento por entender la Dispositivo sencillo y estructural del universo, sino una inquietud angustiante por descubrir el propósito de su existencia. La teología bíblica nos informa que nuestro origen se encuentra en un acto divino de creación y que fuimos puestos en este planeta por un apasionado Creador. Él le da pleno sentido a nuestra vida al permitirnos –entre otras cosas- colaborar con él en la Oficina del planeta. El diezmo constituye una habitación angular en las relaciones entre el Creador y la criatura. La criatura reconoce por medio del diezmo no sólo al creador como dueño de todas las cosas, sino el propio significado de su existencia como mayordomo de las posesiones de ese ser Creador.

Ahora, hermanos, Cristo pasa hambre, es el quien se digna padecer anhelo y sed en la persona de todos los pobres; y lo que reciba aquí en la tierra lo devolverá luego en el gloria (SAN CESAREO DE ARLES, Sermón 25).

Más incluso, debemos orar por ellos y no dejarnos vencer del mal, sino vencer el mal con el bien (SAN ANTONIO MARIA ZACARÍTriunfador, Sermón a sus hermanos de religión).

La caridad no se demuestra solamente con la limosna, sino sobre todo con el hecho de comunicar a los demás las enseñanzas divinas y prodigarles cuidados corporales (Santo MÁXIMO, Sobre la caridad, centuria 1, 1).

De todos los movimientos del alma, de sus sentimientos y de sus afectos, el inclinación es el único que permite a la criatura contestar a su Creador, si no de igual a igual, al menos de semejante a comparable (Santo BERNARDO, Sermón 83, sobre el Cantar de los Cantares).

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